miércoles, 15 de junio de 2011

Lo peor es la bajada.

Toda burbuja va subiendo poco a poco, cada vez sube más alto, pero de pronto cuando ya está en un punto alto se rompe, y las gotitas de agua que la componen caen, hasta darse contra el suelo.

Esa puede ser una buena definición para muchas situaciones que vivimos, primero arriba pero de pronto, ¡chas!, caes.  De pronto te despiertas de un sueño y te encuentras con una pesadilla. Una pesadilla en la que tropiezas todos tus miedos. Una pesadilla de la que no es tan fácil despertar. Todo lo que siempre odiaste, en lo que nunca quisiste convertirte llega y piensas: "pasará, es solo una mala racha". Pero esa racha continua y se hace cada vez más grande, cual bola de nieve que baja cuesta abajo, cada metro que recorre se hace un metro más gruesa, y pesa más. Y tu. Tu estás ahí debajo intentando que esa bola de nieve no caiga sobre ti, intentas que no te aplaste. Pero lo único que consigues es que esa bola se haga cada vez más grande... y que cuando te aplaste acabe del todo contigo. Con tus sueños. Con tu fe. Con tu ilusión. Y es ese el punto en el que quieres huir a un sitio lejos en el que esos monstruos que te persiguen no te encuentren, pero no lo consigues por mucho que te escondas, que corras. Esos seres formados por tus temores y tu dolor están ahí, detrás de ti, esperando que te gires para acabar con lo poco que te queda, para acabar con los pocos sueños que te mantienen en la cuerda floja, con la poca ilusión que queda de volver a sonreír. Poco a poco te lo van arrebatando todo, hasta quedarte sin nada, sola en un desierto, en el que si te caes no va a haber nadie que te recojas. Entonces ya no tienes fuerzas para levantarte, para decir eso de: "pasará, es una racha". No tendrás fuerzas para hacerlo porque te darás cuenta de que muchas veces sin comértelo ni bebértelo gente que forma parte de ti te falla, como si de tu riñón, tu páncreas, tu pulmón o incluso tu corazón se tratases, y te vas deteriorando,ellos no harían lo mismo que tu por verles bien, sonreír, ellos no tienen en cuenta lo que sientes o piensas como lo harías tu. Y llegas a un punto en el que te cuesta sonreír, pero no te cuesta llorar, no te cuesta preguntarte segundo tras segundo "¿por qué?" y cuando te das cuenta tienes la arena hasta el cuello y no para de subir hasta tal punto de asfixiarte, de dejarte sin sentido. Clínicamente vivo, pero con el alma totalmente muerta, destrozada, y no hay nada que cure eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario