El desamor, la traición, la falsedad, el engaño, la mentira, todos esos factores dañinos que queremos hacer que no vengan hacía nosotros en esos momentos vienen, todos juntos, sin avisar, sin pedir permiso entrar invadiendo nuestras vida, nuestra felicidad y nuestras ganas de luchar, haciendo que lleguemos a perder a gente por nuestro distanciamiento, por encerrarnos en nosotros mismos. Y aunque sabemos que esa no es la solución, que no debemos encerrarnos en nosotros mismos lo hacemos porque pensamos que así es como podremos no exponernos a más sufrimiento pero solo nos auto-engañamos pensando semejante tontería, y nos hacemos más daño aún callando nuestros sentimientos, haciendo que el vaso, ese vaso de emociones que tenemos todos dentro, se llene y rebose provocando una caída aún peor.
Y justo en ese momento, en el que estás en un túnel oscuro, sin salida, sin cobijo, aparece una luz, una pequeña luz que te hace pensar: “todo será como antes”. Entonces te levantas sacando fuerzas de donde no las hay, y lo haces para conseguir ese que un día tuviste y que solo ahora sabes valorar. Pero de repente te tropiezas. Caes. Y está vez duele más, mucho más. Y mientras estás ahí en el suelo, ves como esa luz se aleja hasta desaparecer junto con tus esperanzas de que todo será como antes o incluso mejor.
Porque realmente es esa la realidad, la realidad en la que vivimos es esa. Tú cometes tus errores, tú cobras tus errores, aunque mueras por conseguir remediarlos hay veces que es tarde, y es mejor que sepas rendirte y luches por conservar a la gente que te quiere y que te apoya de una forma u otra. Si te cierras a tus sentimientos, nunca podrás abrirte al mundo para sanar ese dolor.
SaraHdezAvila
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